Fin de un sueño celeste que murió en la ida, 1-1 renta baja para un segunda que machacó literalmente a un errático Atlético de Madrid. En fútbol hay una máxima que dice: “Cuando perdonas pierdes”, no siempre se cumple, pero por desgracia ayer se cumplió.
Estos cuartos han servido como tesis doctoral para una cantera que lleva años pidiendo y reclamando su hueco en la élite. La vuelta estuvo marcada por un guión prefijado, el Celta como el Barça siempre elegantes, salieron a hacer lo que saben hacer mejor, jugar y tocarla, vencer en posesión para tratar de dominar el marcador. Si se fijan el equipo de Eusebio es un equipo más de La Masía, un clon de aquel Barça de Rijkaard, 1-4-3-3, centrales con salida, dos falsos extremos, interiores que llegan y un punta que corre al espacio, da igual quien juegue, siempre se juega igual, si juegan los habituales las transiciones ofensivas son más lentas, pero ganan solidez en defensa, si juegan los “chavales” el equipo se convierte en una orquesta con multitud de variantes táctico-técnicas en ataque y una autopista en defensa.
El Atleti salió con lo que tenía, ni más ni menos, Jurado en el banquillo para dar paso a un centro del campo con gran capacidad recuperadora, en parte algo que echo de menos en el Calderón, no duraba el balón y tampoco robaban, el Celta finalizaba una y otra vez sus jugadas, transicionando en estático y manteniendo la ventaja. Se habla de culpa del Atleti o logro del Celta, al final nos quedamos con que fue algo a medias, el Atleti no fue capaz de sacar el balón jugado, con un Perera que muere en la presión de su propio estadio y un Celta imperial dirigido por el mejor Trashorras que recordamos en años.
En la vuelta el conjunto colchonero lo tuvo todo para matar, pero perdono una y otra vez, 0-1, gol por un error en la toma de decisiones en iniciación de juego, pagó el pato, no se le debe culpar, el resto del partido fue una copia a la desesperada de lo que vimos en el Calderón, un equipo, el Celta, con un sin fin de caminos para llegar a portería y un ejercito de jugadores incapaces de ver puerta con claridad, una lástima a esta cantera solo le falta un 9 para tener una generación como la culé. En la contra los chicos del Manzanares tuvieron el 0-2 y el fin de eliminatoria, dilataron y dilataron para acabar pidiendo la hora ante un segunda copado por 7 jugadores de la tierra, que consiguió invertir los papeles y parecer él el equipo Champions…
La ciudad olívica recordó por una semana lo que era ser un equipo grande, recordó las tardes de gloria celestes, los Mostovoi, Mazinho… Una generación dorada que poco a poco se difumina en el ambiente, las nuevas generaciones ya no saben quienes eran, es lógico, Balaídos hasta la bandera para volver este fin de semana a la cruda realidad. Un modelo deportivo necesitado de una pegada descomunal para no morir entre toque y toque en una segunda división de brega y entrega, donde el modelo Cruyff sucumbe por falta de piezas…
Un abrazo.
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